¡Escuchen mi orden!
Aquella persona también tenía el sueño de ser un héroe, imaginando el prestigio de liderar miles de soldados y de planificar estrategias desde la retaguardia. Sin embargo, con el paso del tiempo, ese sueño se olvidó, no porque se quisiera olvidar, sino porque se sabía que solo podía ser un sueño bonito, por lo que se desvaneció. Ahora, aquí de pie frente a ese sueño, hablando con la fantasía inicial, digo ¡escuchad mi mandato!